sábado, 9 de junio de 2012

¿Qué hacer después de un ICTUS?

Cuando una persona sufre un ictus la atención médica especializada inmediata es fundamental para garantizar la supervivencia de la persona. Tras el tratamiento de la causa del accidente cerebrovascular y la estabilización del paciente, y con el alta posterior, la familia puede encontrarse en la situación de no saber qué hacer.

Habitualmente la familia sabe que deberán acudir a fisioterapia para mejorar las secuelas físicas que el ictus ha dejado en su familiar. Pero, ¿qué ocurre cuando además no consigue hablar, o no entiende lo que la gente le dice, u olvida en un momento todo lo que se le dice, o parece haber olvidado cómo abrocharse una camisa o no reconoce ni su propia casa?. En un ICTUS es frecuente que se produzcan secuelas cognitivas, unas más evidentes que otras.

Es fundandamental que el paciente reciba un tratamiento rehabilitador multidisciplinar, donde el equipo (neurologo, neuropsicólogo, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, logopeda) establecen unos objetivos conjuntos y se trabaja en la misma dirección para lograr esos objetivos, que finalmente se traducirán en una mayor autonomía del paciente y una recuperación más global de su funcionalidad.

La falta de información y de centros dedicados a la neurorrehabilitación hacen que la mayoría de estos pacientes no reciban tratamiento rehabilitador o lo reciban sólo de manera parcial.

En NEPSA Rehabilitación Neurológica ofrecemos tratamiento integral a pacientes neurológicos.

Visítenos y reciba información sin ningún tipo de compromiso.

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miércoles, 2 de mayo de 2012

INTERVENCIONES PSICOLÓGICAS EN SOBREPESO Y OBESIDAD*


A continuación se transcribe un extracto del artículo de Shaw et al. (2005), donde se revisaron 36 estudios sobre la eficacia del tratamiento psicológico en sobrepeso/obesidad. En resumen, el artículo muestra que la intervención realizada por medio de  terapia de conducta o terapia cognitivoconductual asociadas a la intervención dietética/ejercicio son el tratamiento más efectivo para la pérdida de peso y para el mantenimiento de dicha pérdida en el tiempo. Se comparan diversos tipos de terapia, incluso el placebo, y la combinación entre ellas.



Se realizaron esfuerzos considerables para hallar variables de personalidad asociadas a la obesidad, sin embargo no existen pruebas de que las personas obesas sean psicológicamente diferentes a las personas no obesas. No existe diferencia alguna entre las personas obesas y las no obesas en las siguientes características: grado de depresión (
Stewart 1983), incidencia de psicopatología (Friedman 1995; Stunkard 1992), adaptación social (Sallade 1973), "rasgos" de masculinidad o feminidad, locus de control, confianza en sí mismo y conciencia de su propia identidad (Klesges 1984) y tipo de personalidad (Blackmeyer 1990). Sin embargo, las personas obesas en general no encuentran su estado deseable. Por ejemplo, en una muestra de personas que habían sido obesas y se habían sometido a una intervención quirúrgica gástrica, Rand y MacGregor (Rand 1991) hallaron que los 47 participantes que se entrevistaron preferían ser sordos, disléxicos, diabéticos, o padecer una cardiopatía grave o acné antes que volver a presentar obesidad mórbida. El 42% prefería la ceguera a la obesidad y 43 participantes preferían la amputación de una pierna. Esta aversión a la obesidad experimentada por los enfermos puede reflejar la estigmatización que genera el resto de la población. Diversos grupos mantienen estereotipos negativos de las personas obesas. Los niños entre seis y diez años de edad consideran al niño obeso como alguien capaz de pelearse, engañar, burlarse y mentir, y como personas perezosas, descuidadas, traviesas, malas, feas, sucias y estúpidas (Staffieri 1967). De igual manera, los estudios de las actitudes adultas demuestran actitudes negativas. Los pacientes ambulatorios adultos del hospital consideran a un niño con sobrepeso como menos agradable que un niño con una pierna deforme, que le falta una mano, con una deformidad facial o postrado en silla de ruedas (Maddox 1968). De igual manera, los médicos y los estudiantes de medicina sostienen opiniones negativas de las personas obesas. Los estudiantes de medicina consideran a las mujeres con sobrepeso como menos agradables, más emotivas y menos probables de beneficiarse con el tratamiento. Los médicos consideran a los pacientes con sobrepeso como personas con poca fuerza de voluntad, feas y difíciles (Bretyspraak 1977; Maddox 1969). También se ven afectadas las perspectivas de trabajo. Larkin y Pines (Larkin 1979) mostraron que los candidatos con sobrepeso tenían menos probabilidades de ser contratados, a pesar de poseer la misma competencia en las pruebas relacionadas con el trabajo. Dadas estas actitudes negativas, es sorprendente que las personas obesas no tengan más probabilidades de estar deprimidas o de sufrir psicopatologías.
Dado que los estudios que comparan personas obesas con no obesas generalmente no han podido hallar diferencias en los aspectos globales del funcionamiento psicológico, la conclusión resultante ha sido que la obesidad no es un factor de riesgo de problemas psicológicos. Esta situación contradice la impresión clínica, los informes de las personas con sobrepeso y una bibliografía coherente que muestra el fuerte sesgo cultural y actitudes negativas hacia las personas obesas (Friedman 1995). Es evidente que la obesidad confiere consecuencias negativas tanto en los aspectos físicos como psicosociales de calidad de vida, especialmente entre los gravemente obesos. Por consiguiente, la ausencia de pruebas que apoyen la existencia de morbilidad psicológica en las personas obesas probablemente refleje las limitaciones de los estudios realizados hasta la fecha, en lugar de ser un fiel reflejo del bienestar psicológico de los individuos obesos. Además, los estudios que demuestran que los efectos de la pérdida de peso parecen ser psicológicamente favorables con una mejoría de la autoestima, el funcionamiento social y el sentido del bienestar, apoyan la noción de que el peso excesivo se asocia con niveles más altos de morbilidad psicológica que el peso normal (Kushner 2000).

INTERVENCIONES PSICOLÓGICAS

Se ha utilizado una variedad de terapias psicológicas individuales y grupales en tratamientos para la pérdida de peso. Éstos se esbozan brevemente a continuación. Las terapias conductuales y cognitivoconductuales son las terapias psicológicas más comúnmente usadas para la pérdida de peso. Las técnicas de actitud y relación se utilizan también a menudo para diseñar las intervenciones psicológicas integrales para programas individualizados de pérdida de peso. El uso de psicoterapia es menos frecuente (
Brownell 1984).
La terapia conductual y la terapia cognitivoconductual parecen ser las terapias psicológicas de elección ya que se ha demostrado que facilitan el mejor mantenimiento de la pérdida de peso que otras terapias. Las terapias conductuales parecen funcionar principalmente al mejorar la restricción dietética ya que proporcionan estrategias de alimentación adaptativas y desalientan las prácticas alimentarias no adaptables, y al aumentar la motivación para ser físicamente más activo. La terapia procura proporcionar al individuo habilidades para manejar diversas señales de alimentación excesiva y corregir errores en el régimen dietético y de actividad física, cuando éstos ocurren. El tratamiento también proporciona la motivación esencial para mantener un modo de vida más sano una vez que ha disminuido el entusiasmo inicial en el programa (Wing 1994). Las técnicas terapéuticas derivadas de la psicología conductual incluyen control de estímulos, establecimiento de objetivos y automonitorización. Se han usado durante algún tiempo como complemento para el tratamiento de problemas de peso.
Cuando las técnicas cognitivas se agregan a la terapia conductual, éstas parecen mejorar el éxito del programa y reducir la recuperación de peso (Cooper 2001). Estas estrategias tienen como finalidad identificar y modificar los modelos de pensamiento y estados de ánimo aversivos para facilitar la pérdida de peso (Wilson 1999). Es cada vez mayor el interés en emplear la terapia cognitivoconductual para lograr pérdidas de peso más moderadas y sostenibles y un mejor bienestar psicológico.
También se investigaron en el tratamiento de obesidad, con éxito variado, las terapias psicodinámicas (terapias basadas en la idea de que los problemas provienen de conflictos internos escondidos, p.ej., el psicoanálisis), las terapias humanísticas (terapias que se centran en ayudar a los pacientes a hallar el significado de sus vidas y a vivir de forma coherente con sus propios valores y rasgos, por ejemplo el tratamiento centrado en la persona) y las terapias de grupo (Baron 1998).
Los tratamientos de grupo para la obesidad combinan terapia y educación. Se usan ampliamente en programas comerciales y en programas de autoayuda. Los tratamientos de grupo en general no promueven la exploración profunda de los problemas psicológicos. En cambio utilizan el apoyo social, la solución de problemas, e imparten información y estímulo para facilitar la pérdida de peso (Hayaki 1996). Existe escasa investigación sobre los procesos grupales y la puesta a prueba sobre si las intervenciones de grupo son más o menos efectivas que el tratamiento individual (Hayaki 1996).
Existe un número limitado de revisiones sistemáticas que examinan la efectividad de las intervenciones psicológicas en el sobrepeso o la obesidad. Cuatro revisiones sistemáticas que examinaron la efectividad de la terapia conductual han demostrado que las técnicas de terapia conductual, en combinación con otros enfoques para la pérdida de peso (régimen dietético o ejercicio) mejoran la pérdida de peso (Douketis 1999, NHMRC 2003; NIH 1998; NHS CRD 1997). Faltan revisiones sistemáticas de otras formas de intervenciones psicológicas.
RESULTADOS
Los estudios incluidos en esta revisión evalúan varias intervenciones psicológicas en participantes con sobrepeso y obesidad. El único resultado medido y utilizado en los análisis fue el peso. Los datos de IMC, presión arterial, colesterol sérico, triglicéridos séricos, glucosa en suero en ayunas y colesterol sérico de lipoproteínas de alta densidad (LAD) fueron insuficientes para realizar los análisis. Se evaluó la cuantificación del efecto de heterogeneidad por medio de I2, con una variación de 0% a 100% incluido su intervalo de confianza del 95% (Higgins 2002). El I cuadrado demuestra el porcentaje de variación total entre los estudios debido a la heterogeneidad y se utiliza para juzgar la consistencia de las pruebas.

Comparación 1: Terapia conductual versus ausencia de control de tratamiento

Diez estudios contenían grupos que compararon la terapia conductual con el control como una intervención de pérdida de peso en los participantes con sobrepeso u obesidad (
Foreyt 1973; Goodrick 1998; Hagen 1974; Israel 1979; Jeffery 1995; Oldroyd 2001; Rozensky 1976; Saccone 1978; Stevens 2001; Wollersheim 1970). Las terapias conductuales evaluadas incluyeron eventualidades autocontroladas y controladas por el terapeuta (Israel 1979; Jeffery 1995; Rozensky 1976), control de estímulos (Goodrick 1998; Israel 1979; Saccone 1978; Stevens 2001), refuerzo (Israel 1979; Saccone 1978), estados del modelo de cambio de la terapia conductual (Oldroyd 2001), automonitorización (Goodrick 1998; Jeffery 1995), solución de problemas y establecimiento de objetivos (Goodrick 1998), sensibilización oculta (Foreyt 1973) y la modificación de conductas (Hagen 1974; Wollersheim 1970). La frecuencia de contacto clínico varió entre sesiones semanales a mensuales que duraban de 15 a 90 minutos. La mediana de frecuencia de contacto clínico eran sesiones quincenales de 60 minutos. La duración de la intervención varió entre siete y 78 semanas. La mediana de duración de la intervención fue de 12 semanas.
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Cuatro estudios incluían datos que comparaban la terapia conductual con el control para la pérdida de peso que no fueron apropiados para el metanálisis (
Foreyt 1973; Goodrick 1998; Hagen 1974; Wollersheim 1970). Estos estudios informaron la pérdida de peso antes de la intervención psicológica versus después de la intervención. Las pérdidas de peso medias se informaron para cada estudio aunque no hubo datos disponibles de la varianza para estos estudios. El rango de cambio de peso en los participantes que participaron en intervenciones conductuales era -0,6 kg a -5,5 kg después de la intervención conductual. El rango en los participantes que actuaron sin ningún control de tratamiento fue -2,8 kg a + 1,8 kg. En todos los estudios, los participantes que participaron en la intervención conductual perdieron más peso que los que no tuvieron control de tratamiento.
Seis estudios, con 1458 participantes, incluyeron datos respecto a la pérdida de peso apropiados para el metanálisis (Israel 1979; Jeffery 1995; Oldroyd 2001; Rozensky 1976; Saccone 1978; Stevens 2001). Los datos se analizaron según dos periodos de tiempo: estudios con una duración igual o inferior a 12 meses y estudios con una duración superior a 12 meses.
Cinco estudios incluyeron datos de duración inferior a 12 meses. Todos los estudios favorecieron la terapia conductual versus la ausencia de control de tratamientos para la pérdida de peso. Hubo una heterogeneidad significativa entre los estudios (p < 0,00001). Cuando se volvió a evaluar la heterogeneidad excluyendo los datos de Stevens 2001, que tenían varianza mucho más pequeña que los otros estudios, los resultados de la prueba ji cuadrado fueron p > 0,06. Los participantes que participaron en programas conductuales de pérdida de peso perdieron 2,5 kg (intervalo de confianza del 95%: 1,7 a 3,3) más de peso que con ausencia de control de tratamiento (p < 0,01).
Dos estudios incluían datos de duración superior a 12 meses (Jeffery 1995; Stevens 2001). Los datos de Jeffery (1995) se recolectaron a los 30 meses y los datos de Stevens (2001) se recolectaron a los 36 meses. Ambos estudios favorecían la terapia conductual versus la ausencia de control de tratamiento para la pérdida de peso. Los estudios fueron homogéneos para el resultado de interés (p = 0,81). Los participantes que participaron en los programas conductuales de pérdida de peso perdieron 2 kg (intervalo de confianza del 95%: 2,7 a 1,3) más que con ausencia de control de tratamiento (p < 0,01).
Categoría 2: Medidas de resultado adicionales

Dos estudios (
Oldroyd 2001; Stevens 2001) informaron cambios en los datos de presión arterial al concluir el estudio. Los datos no pudieron compararse estadísticamente y por consiguiente no se realizó el análisis. Ambos estudios demostraron una caída en la presión arterial sistólica y diastólica con la pérdida de peso. El estudio de Oldroyd 2001 no halló cambios significativos en la glucosa en suero en ayunas o en el colesterol sérico en ayunas entre la intervención y los grupos control; sin embargo, la insulina sérica en ayunas se mejoró en la intervención en comparación con el grupo control.

Comparación 2: Terapia conductual con régimen dietético / ejercicio versus régimen dietético / ejercicio

Ocho estudios incluyeron grupos que comparaban la terapia conductual en combinación con régimen dietético/ ejercicio versus régimen dietético/ ejercicio solamente, como una intervención de pérdida de peso en los participantes con sobrepeso u obesidad (
Black 1984; Calle-Pascual 1992; Gormally 1981; Jeffery 1985; Lindahl 1999; Stuart 1971; Wing 1984; Wing 1985). Tres estudios informaron una mejoría significativa en la pérdida de peso si se añadía la terapia conductual al régimen dietético / intervención de ejercicios (Gormally 1981, Wing 1985, Lindahl 1999). Las terapias conductuales evaluadas incluyeron eventualidades autocontroladas y controladas por el terapeuta (Black 1984; Jeffery 1985; Wing 1985), control de estímulos (Calle-Pascual 1992; Gormally 1981; Stuart 1971; Wing 1985), refuerzo (Gormally 1981; Wing 1984), automonitorización (Black 1984; Gormally 1981), solución de problemas y establecimiento de objetivos (Gormally 1981; Jeffery 1985; Lindahl 1999), y la modificación de conductas (Calle-Pascual 1992; Gormally 1981). La frecuencia de contacto clínico varió desde sesiones diarias a mensuales con duración de 40 a 180 minutos. La mediana de frecuencia de contacto clínico eran sesiones quincenales de 60 minutos. La duración de la intervención varió entre una y 26 semanas. La mediana de duración de la intervención fue de 12 semanas. Las intervenciones concomitantes eran regímenes dietéticos bajos en la calorías (Calle-Pascual 1992; Gormally 1981; Jeffery 1985; Lindahl 1999; Stuart 1971; Wing 1984; Wing 1985), régimen dietético nutritivo equilibrado (Black 1984), instrucciones para aumentar gradualmente los niveles de actividad física (Black 1984; Gormally 1981; Jeffery 1985), actividad física diaria de baja a moderada durante 2,5 horas (Lindahl 1999), y el programa individualizado de ejercicios aeróbicos basado en caminar más durante las actividades diarias (Stuart 1971).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Dos estudios incluyeron datos que comparaban la terapia conductual en combinación con régimen dietético / ejercicio versus régimen dietético / ejercicio solamente respecto a la pérdida de peso, que no fueron apropiados para el metanálisis (
Calle-Pascual 1992; Stuart 1971). Estos estudios informaron la pérdida de peso antes de la intervención psicológica versus después de la intervención. Se informó la media de la pérdida de peso aunque no hubo datos de varianza para los estudios. El cambio de peso medio en los participantes que participaron en la intervención conductual era una pérdida de 10 kg después de la intervención conductual. El cambio en los participantes que actuaron sin ningún control de tratamiento era un incremento medio de 0,5 kg.
Seis estudios, con 467 participantes, incluyeron datos respecto a la pérdida de peso apropiados para el metanálisis (Black 1984; Gormally 1981; Jeffery 1985; Lindahl 1999; Wing 1984; Wing 1985). Los datos se analizaron según el periodo de tiempo. Ningún estudio incluía datos con una duración superior a 12 meses.
Cinco estudios favorecían la terapia conductual en combinación con régimen dietético y ejercicio, y un estudio favorecía régimen dietético y ejercicio solamente para la pérdida de peso. Hubo una heterogeneidad significativa entre los estudios (p < 0,01). Estos datos provienen de estudios múltiples y diferentes poblaciones que pueden ser los factores que contribuyen a la significativa heterogeneidad estadística presente, y limitan la confiabilidad de los resultados.

Categoría 2: Medidas de resultado adicionales

El estudio de
Lindahl 1999 informó sobre el cambio en los datos de presión arterial al concluir el estudio. Los resultados demostraron una caída en la presión arterial sistólica y diastólica con la pérdida de peso, tanto en los grupos de intervención como en los de control. El total de colesterol sérico, triglicéridos y glucosa de plasma en ayunas también disminuyeron, tanto en los grupos de intervención como en los de control. En el estudio de Wing 1985, los participantes tanto de los grupos de intervención como los de control experimentaron mejorías no significativas en el azúcar en sangre en ayunas, triglicéridos séricos, colesterol sérico y presión arterial sistólica, y un mejoramiento significativo en colesterol de LAD. El estudio de Calle-Pascual 1992 demostró una mejoría significativa en la glucosa en suero en ayunas, presión arterial sistólica, presión arterial diastólica, nivel del triglicérido sérico y nivel de colesterol de LAD, en el grupo de intervención en comparación con el grupo control.

Comparación 3: Terapia conductual más intensiva versus menos intensiva

Diecisiete estudios contenían grupos que compararon terapias conductuales más intensivas con otras menos intensivas como una intervención de pérdida de peso en participantes con sobrepeso u obesidad (
Black 1983; Black 1984; Brownell 1978a; Burnett 1985; Carroll 1981; Castro 1983; Chapman 1978; Hagen 1974; Israel 1979; Jeffery 1983; Jeffery 1995; Johnson 1979; Kirschenbaum 1985; Rozensky 1976; Saccone 1978; Wing 1991; Wing 1996). Las terapias conductuales evaluadas incluyeron iniciativa de atención (Kirschenbaum 1985), autocontrol y contingencias controladas por terapeuta (Black 1984; Chapman 1978; Castro 1983; Jeffery 1983; Jeffery 1995; Kirschenbaum 1985), control de estímulos (Black 1983; Black 1984; Brownell 1978a; Carroll 1981; Castro 1983; Chapman 1978; Israel 1979; Johnson 1979; Kirschenbaum 1985; Saccone 1978; Wing 1991; Wing 1996), refuerzo y apoyo social (Black 1983; Brownell 1978a; Burnett 1985; Israel 1979; Johnson 1979; Rozensky 1976; Saccone 1978; Wing 1991; Wing 1996), automonitorización (Black 1983; Black 1984; Brownell 1978a; Burnett 1985; Chapman 1978; Johnson 1979; Saccone 1978; Wing 1991; Wing 1996), solución de problemas y establecimiento de objetivos (Black 1983; Burnett 1985; Jeffery 1995; Wing 1991; Wing 1996), y la modificación de conductas (Hagen 1974; Jeffery 1995; Wing 1991; Wing 1996). La frecuencia de contacto clínico varió entre sesiones semanales a mensuales que duraban de 60 a 150 minutos. La mediana de frecuencia de contacto clínico fue semanal y la mediana de duración de las sesiones fue de 60 minutos. La duración de la intervención varió entre seis y 78 semanas. La mediana de duración de la intervención fue de diez semanas.
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos
 
Seis estudios incluían datos que comparaban terapias conductuales de alta intensidad versus otras de baja intensidad para la pérdida de peso que no fueron apropiadas para el metanálisis (
Castro 1983; Chapman 1978; Hagen 1974; Israel 1979; Jeffery 1983; Kirschenbaum 1985). Estos estudios informaron la pérdida de peso antes de la intervención psicológica versus después de la intervención. Se informaron medias de pérdida de peso aunque ningún dato de la varianza estaba disponible para los estudios. La pérdida de peso en los participantes que participaron en la intervención conductual de alta intensidad fue entre 1,4 kg y 8,4 kg después de la intervención. La intervención conductual de baja intensidad dio lugar a una pérdida de peso entre 0,9 kg y 10,5 kg. En cuatro estudios, la intervención conductual de alta intensidad dio lugar a mayor pérdida de peso, y en dos estudios, la intervención conductual de baja intensidad dio lugar a mayor pérdida de peso. En todos los estudios, tanto en grupos de alta intensidad como en los de baja intensidad, los participantes perdieron peso en general.
Once estudios incluían datos con respecto a la pérdida de peso que fueron apropiados para el metanálisis (Black 1983; Black 1984; Brownell 1978a; Burnett 1985; Carroll 1981; Jeffery 1995; Johnson 1979; Rozensky 1976; Saccone 1978; Wing 1991; Wing 1996). Los datos se analizaron según dos periodos de tiempo: estudios con una duración igual o inferior a 12 meses y estudios con una duración superior a 12 meses.
Diez estudios, incluyendo a 306 participantes, incluían datos de duración inferior a 12 meses. Ocho estudios favorecían la terapia conductual más intensiva y dos estudios favorecían la terapia conductual menos intensiva para la pérdida de peso. Los estudios fueron homogéneos para el resultado de interés (p = 0,18). Los participantes que participaban en la intervención más intensiva perdieron 2,3 kg más que aquellos participantes en la intervención menos intensiva (intervalo de confianza del 95%: 1,4 - 3,3).
Un estudio con 58 participantes incluía datos de duración del estudio superior a 12 meses (Jeffery 1995). Se realizó un seguimiento de los participantes durante 36 meses. Participantes que participaban en la intervención más intensiva perdieron 1,6 kg y los de la intervención menos intensiva perdieron 1,4 kg (p = 0,45).
Categoría 2: Medidas de resultado adicionales

El estudio de
Wing 1991 demostró un mejoramiento significativo en la hemoglobina glucosilada y el azúcar en sangre en ayunas como resultado de ambas intervenciones. 

Comparación 4: Terapia cognitivoconductual con régimen dietético / ejercicio versus régimen dietético / ejercicio

Dos estudios contenían grupos que comparaban la terapia cognitivoconductual con régimen dietético / ejercicio versus régimen dietético / ejercicio solamente en participantes con sobrepeso u obesidad (
Block 1980; Dennis 1999).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Los dos estudios, con 63 participantes, incluían datos con respecto a la pérdida de peso que fueron apropiados para el metanálisis (
Block 1980; Dennis 1999). Los estudios fueron homogéneos para el resultado de interés (p = 0,09). Los participantes en ambos grupos perdieron peso en su conjunto. Los participantes en el grupo de la terapia cognitivoconductual perdieron 4,9 kg más que los participantes del grupo de comparación (intervalo de confianza del 95%: 7,3 a 2,4).
Categoría 2: Medidas de resultado adicionales

El estudio de
Dennis 1999 registró los cambios en los triglicéridos séricos para ambos grupos. Los triglicéridos presentaron una disminución significativamente mayor en el grupo de tratamiento comparado con el grupo control (p < 0,05).
Comparación 5: Terapia cognitivoconductual versus placebo

Un estudio contenía grupos que compararon la terapia cognitiva con el placebo como una intervención de pérdida de peso en los participantes con sobrepeso u obesidad (
Agras 1995).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Este estudio incluía datos que comparaban la terapia cognitivoconductual con el placebo para la pérdida de peso y no fueron apropiados para el metanálisis. Se informó la media de la pérdida de peso, aunque no había datos de varianza para el estudio. En el estudio
Agras 1995 de 50 participantes en el grupo de la terapia cognitivoconductual perdió 0,6 kg en comparación con los participantes en el grupo de placebo que aumentó 4,1 kg en seis meses.
Comparación 6: Terapia cognitivoconductual versus terapia conductual

Un estudio contenía grupos que compararon la terapia cognitivoconductual con la terapia conductual, como una intervención de pérdida de peso en participantes con sobrepeso u obesidad (
Sbrocco 1999).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Este estudio incluía datos que comparaban la terapia cognitivoconductual con el placebo para la pérdida de peso (
Sbrocco 1999). En este estudio de 24 participantes, los participantes en el grupo de la terapia cognitivoconductual perdieron 7 kg en seis meses (DE 1,96 kg) y 10 kg en 12 meses (DE 3,4 kg), comparados con los participantes en el grupo de la terapia conductual que perdió 4,5 kg en seis meses (DE 2,6 kg) y 4,3 kg en 12 meses (DE 2,5 kg) (p < 0,01).
Comparación 7: Terapia cognitivoconductual con régimen dietético / ejercicio versus terapia cognitivoconductual

Un estudio contenía grupos que comparaban la terapia conductual con régimen dietético / ejercicio versus terapia cognitivoconductual como una intervención para la pérdida de peso en participantes con sobrepeso u obesidad (
Painot 2001).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

El estudio de
Painot 2001 incluía datos que eran apropiados para el metanálisis. En este estudio de 70 participantes, los sujetos en la terapia cognitivoconductual y régimen dietético / ejercicio perdieron 1,9 kg (DE 0,6 kg) comparados con los participantes del grupo de terapia cognitivoconductual sola, que aumentaron 0,5 kg (DE 0,6 kg) a los tres meses de seguimiento.
Comparación 8: Terapia cognitiva versus placebo

Un estudio contenía grupos que comparaban la terapia cognitiva con el placebo como una intervención para pérdida de peso en participantes con sobrepeso u obesidad (
Goodrick 1998).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Un estudio incluía datos que comparaban la terapia cognitiva con el placebo para la pérdida de peso que no fue apropiada para el metanálisis (
Goodrick 1998). Se informó la media de la pérdida de peso aunque no había datos de varianza para el estudio. En este estudio de 120 participantes el grupo de terapia cognitiva ganó 1,35 kg comparados con los participantes en el grupo de placebo que aumentó 0,6 kg en seis meses.
Comparación 9: Terapia cognitiva versus terapia conductual

Tres estudios contenían grupos que comparaban terapias cognitivas con conductuales como intervención para la pérdida de peso en participantes con sobrepeso u obesidad (
Goodrick 1998; Nauta 2000; Wollersheim 1970).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Un estudio incluía datos apropiados para el metanálisis (
Nauta 2000) y dos estudios incluían datos que no fueron apropiados para el metanálisis (la pérdida de peso media se informó a pesar de que los datos de la varianza no estaban disponibles para los estudios) (Goodrick 1998; Wollersheim 1970). En los tres estudios, los participantes del grupo de la terapia conductual perdieron más peso que los participantes del grupo de terapia cognitiva. El estudio Nauta incluyó 74 participantes. Los participantes en el grupo de la terapia conductual perdieron 5,5 kg comparados con los participantes en el grupo de terapia cognitiva que perdieron 0,8 kg (p < 0,01). En el estudio Goodrick de 127 participantes, los participantes en el grupo de la terapia conductual perdieron 0,6 kg en comparación con los participantes en el grupo de terapia cognitiva que aumentó 1,4 kg en seis meses. En el estudio Woollersheim, de 36 participantes, los participantes del grupo de la terapia conductual perdieron 4,1 kg en tres meses, en comparación con los participantes en el grupo de terapia cognitiva que perdió 0,5 kg.
Comparación 10: Tratamiento de relajación versus placebo

Un estudio contenía grupos que compararon el tratamiento de relajación con el placebo como una intervención para la pérdida de peso en participantes con sobrepeso u obesidad (
Block 1980).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Este estudio incluía datos que comparaban el tratamiento de relajación con el placebo para la pérdida de peso que no fue apropiada para el metanálisis. Se informó la media de la pérdida de peso aunque no había datos de varianza para el estudio. En este estudio de 24 participantes, los del grupo de tratamiento de relajación perdieron 2,1 kg comparados con los participantes del grupo de placebo que perdieron 0,2 kg en cinco meses.
Comparación 11: Hipnoterapia versus placebo

Un estudio contenía grupos que comparaban la hipnoterapia con el placebo como una intervención para la pérdida de peso en participantes con sobrepeso u obesidad (
Cochrane 1985).
Categoría 1: Variación en el peso en kilogramos

Este estudio incluía datos que comparaban la hipnoterapia con placebo que no fueron apropiados para el metanálisis. Se informó la media de la pérdida de peso aunque no había datos de varianza para el estudio. En este estudio de 54 participantes, los del grupo de hipnoterapia perdieron 7,9 kg comparados con los participantes del grupo de placebo que perdieron 0,2 kg en un seguimiento de seis meses.

Implicaciones para la práctica
Las personas con sobrepeso u obesidad se benefician con las intervenciones psicológicas, particularmente con estrategias conductuales y cognitivoconductuales, para mejorar la reducción de peso. Son predominantemente útiles cuando se combinan con estrategias dietéticas y de ejercicio. La mayoría de las pruebas apoya el uso de estrategias conductuales y cognitivoconductuales. La eficacia de otras intervenciones psicológicas se evalúa menos rigurosamente como tratamientos para la pérdida de peso.


* Shaw K, O'Rourke P, Del Mar C, Kenardy J. Intervenciones psicológicas para el sobrepeso o la obesidad (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus, 2008 Número 4. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en: http://www.update-software.com. (Traducida de The Cochrane Library, 2008 Issue 3. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).